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Julio ha sido un mes un tanto extraño, en el que ha vuelto la volatilidad a las bolsas, con bajadas diarias que no se veían desde hace varios meses. El temor a la variante Delta ha quebrado el optimismo ante nuevas restricciones de los gobiernos occidentales, que pueden tener una repercusión significativa en la recuperación económica. Sin embargo, el apoyo que están prestando los bancos centrales, alejando de momento la posibilidad del inicio del tapering y la subida de tipos frente a la inflación, ha conseguido que el mes haya sido mayoritariamente positivo en las bolsas a pesar de la amenaza de la variante Delta, del intervencionismo del Gobierno chino en sus bolsas y del precio del petróleo, que continúa disparado.

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Junio mantuvo la tendencia alcista bursátil, si bien hubo bastantes divergencias. El aumento de la inflación, sobre todo en Estados Unidos, y los mensajes desde la FED y en menor medida desde el BCE en donde habla de un adelanto del “tapering”, no consiguieron poner nerviosas a las bolsas, que únicamente se vieron resentidas en momentos en los que la evolución de la variante Delta del Covid 19 alertó de la posibilidad de la vuelta de mayores restricciones en bastantes países. Sin embargo, las subidas no fueron homogéneas, con sectores como el financiero dejándose bastante terreno y con índices en negativo.

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El mes de septiembre ha resultado propicio para las bolsas, recuperando con creces las caídas del mes anterior y llegando a marcar en muchos casos nuevos máximos anuales. Los índices europeos subían entre el 2,79% y el 4,90% y los estadounidenses entre el 0,46% y el 1,95%.

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Por Miguel Llorente, gestor de patrimonios en Value Tree

El enfoque a la hora de invertir en renta fija tiene sus diferencias con la renta variable, ya que, aunque lo principal es igual, comprar cuando el precio esté “barato” y vender cuando cotice al precio que tenemos marcado como objetivo, para los bonos la prioridad es que el emisor cumpla con sus compromisos de pago mientras tengamos el activo en cartera. Por ello, una parte muy importante del análisis de la renta fija está relacionado con los flujos de ingresos y pagos.

Bien es cierto que una parte del trabajo podría venir dado por las calificaciones que otorgan las agencias de rating, pero, por un lado, no todas las emisiones tienen una calificación crediticia, y por otro, hay ocasiones en las que la realidad sorprende a estas agencias antes de que ellas detecten lo que esté pasando y realicen modificaciones en su clasificación.

Vamos a centrarnos principalmente en la deuda corporativa porque prácticamente siempre suele ser más rentable que los bonos de gobierno. No conviene olvidarse por completo de la renta fija pública y aprovechamos para mencionar que en su análisis hay que tener muy en cuenta la evolución económica del país, datos como el PIB, el desempleo, la presión fiscal, el crecimiento económico, etc., así como ratios como deuda pública sobre el PIB. Con ello, podemos hacernos una idea de la capacidad que tiene el país de hacer frente a sus compromisos financieros.

En la renta fija privada vamos a partir del balance de situación. Vemos la deuda actual de la compañía y los activos con los que cuenta para hacerle frente y los recursos propios. Lo primero que vamos a calcular es el coste medio de financiación de la compañía. Con eso nos hacemos una idea del esfuerzo que está haciendo para financiarse y de los recursos que tiene que generar para hacerlos frente. Quizás la parte más complicada sea estimar cuáles van a ser los ingresos futuros de la corporación. Hay que partir de la situación actual y, teniendo en cuenta la evolución de los últimos años, hacer una aproximación del comportamiento del sector, de la competencia y de la evolución económica en los principales mercados en los que se haya presente. Conforme vayamos avanzando en el tiempo, más difícil va a resultar hacer una previsión fiable. Con esto terminado, nos vamos a encontrar en qué plazos puede estar tensionada la compañía y analizar si eso es una oportunidad de inversión o un riesgo.

Otro punto importante en el que fijarse es en el EBITDA de la compañía, el pasado, el actual y las estimaciones futuras. Este indicador es un buen resumen de la salud financiera de la firma, y nos va a permitir ver qué parte de los ingresos llegan a ser beneficios y cuáles se van quedando en el camino hasta llegar a la generación de caja bruta, que es lo que va a tener la compañía para reducir su deuda, pagar dividendo, o, si lo considera oportuno, invertirlo en la adquisición de nuevos activos. Como hemos dicho antes, no hay que perder de vista cuál es el nivel de deuda actual y lo que ésta representa frente al EBITDA. Esto nos puede dar pistas sobre la salud financiera, de la compañía y lo acertado o no de su calificación crediticia. Tampoco debemos perder de vista que estos son datos estáticos, y que una empresa es un ente vivo, y que en cualquier momento la dirección puede realizar actuaciones para mejorar la situación de la compañía, tales como reducir la deuda (con venta de activos no estratégicos, por ejemplo), refinanciarse, reorganizarse, etc., que tendrán su efecto en la evolución de los bonos de la compañía.

Por último, una vez localizados activos interesantes y que, según nuestro estudio, parecen que van a ser capaces de pagarnos, queda incorporarlos a la cartera. Si una compañía tiene varios bonos, resulta más interesante comprar aquel que ofrece más valor en función de cómo esté la curva de tipos. Y si solo es uno, hay que comprobar que efectivamente ofrece más valor (en este caso rentabilidad a vencimiento) que otros comparables por calificación crediticia, moneda y duración.

Si pudiéramos elegir una palabra para definir 2018, esta sería incertidumbre. Ciertamente, los inversores de todo el mundo miraban con perplejidad cómo el mercado americano conquistaba nuevas cotas en los primeros nueve meses del año mientras el mercado europeo languidecía. Sin embargo, se quedaban aún más perplejos cuando en los siguientes tres meses las compañías del otro lado del Atlántico bajaban con fuerza, arrastrando al resto de mercados mundiales, incluido el europeo…

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