El comienzo del año ya pintaba regular: la inflación en máximos de más de tres décadas, la rentabilidad de la deuda pública subiendo, la FED mostrando una política monetaria más dura y adelantando la subida de tipos a marzo, al igual que el fin del programa de compra de deuda pública, y añadiendo una subida más a las previstas para 2022, las acciones más orientadas a la tecnología cayendo, la volatilidad en aumento y los problemas de suministro no solucionados. En la segunda parte de enero, se añadió a este cóctel la posible invasión de Ucrania por parte de Rusia, lo que provocó un mayor aumento de la incertidumbre y de los precios del petróleo y del gas.

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