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Enero ha representado un mes de recuperación para las bolsas mundiales, destacando Estados Unidos, que ha tenido el mejor inicio de los últimos treinta años, con subidas que van desde el 7,17% del Dow Jones al 9,74% del Nasdaq.

En Europa también ha habido importantes incrementos, con el Ibex 35, por ejemplo, subiendo un 6,05%, lo que representa el mejor mes de enero desde 2011. No es que los riesgos se hayan disipado, (sigue el temor a una desaceleración económica en Estados Unidos, Italia ha entrado técnicamente en recesión, en el Brexit no se ha cerrado ningún acuerdo y sigue el temor a “una salida dura” del Reino Unido, El BCE y la FED asumen un discurso más suave de política monetaria…), pero se ha aprovechado el cambio de año para depurar en parte la dramática caída de la renta variable de finales de 2018.

En cuanto a la renta fija, la deuda pública de gobierno ha visto cómo seguían bajando la rentabilidad de la deuda pública, tanto en Estados Unidos, como en los países centrales europeos, como en los periféricos. La deuda corporativa también ha empezado el año fuerte, produciéndose una significativa reducción de los diferenciales de crédito. Por último, en el mercado de divisas el euro se ha mostrado débil, destacando en el lado positivo la libra (a pesar de los problemas políticos del país) y el renminbi chino, con subidas por encima del 2,75% frente a la moneda única.

La semana ha sido irregular para la renta variable, pero claramente alcista para todos los mercados. Las mayores subidas se produjeron el viernes, de la mano de la posible reducción de aranceles de Estados Unidos a China.

También ha ayudado el buen comienzo de temporada de presentación de resultados corporativos y declaraciones de miembros de la FED, que hacen pensar que se va a ralentizar el ritmo de aumento de tipos.

A destacar que esta subida se ha producido con un incremento de los volúmenes negociados y ha estado liderada por los valores cíclicos.

En cuanto a la renta fija, continúa subiendo la rentabilidad de la deuda pública en Estados Unidos y los países centrales europeos, pero se reduce significativamente en los periféricos. Además, alzas en la deuda corporativa tras una importante disminución de los diferenciales de crédito.

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